DIARIO DE UN VIAJE

INTRODUCCIÓN

Nadie sabe realmente como era cuando tenía 2 años. Nadie se acuerda de la imagen que nos devolvía el espejo con 1 año de edad, pero lo que si tenemos es una foto que nos dice lo que aparentábamos ser en nuestro álbum familiar.

Hacemos fotos por muchas razones y una de ellas es la de guardar los recuerdos de lo que hemos vivido en ese álbum familiar y todas esas fotos tejen una red. Una red de telaraña con todos nuestros recuerdos de cuándo éramos, evocando vivencias, sabores, olores y colores del pasado.

Así, la fotografía funciona como un medio que sedimenta la memoria, construyendo lo que fuimos y la imagen de lo que somos. Pero siempre nos cabrá la duda de si esas fotos nos muestran una imagen un tanto sesgada de lo que fuimos. Esas fotos están mudas y en muchas ocasiones ocultan lo que pensábamos o lo que sentíamos.

Diario de un Viaje es un proyecto artístico que toma como base el álbum familiar para hablar del poder de la fotografía para crear recuerdos y significado a través de las imágenes.

En Diario de un Viaje encontramos fotografías en blanco y negro, pintadas y recreadas con acuarelas de colores vivos tratados en clave telúrica: ocres y naranjas de la tierra o rojos que simbolizan el fuego, la vida o la sangre de los lazos que nos unen. Fotografías coloreadas con la intención de crear nuevos o paralelos significados, acentuando las emociones y abriendo una nueva oportunidad para la reinterpretación del momento pasado a la luz de un tiempo presente.

Diario de un Viaje es un intento fallido por recrear otra red de telaraña imaginada, otra red en forma de nebulosa o simplemente una secuencia en la que el orden cronológico no existe, pues el universo gira según las leyes cuánticas de que todo acontece de infinitas formas en infinitos momentos.

* Y es fallido por esa misma razón de que el recuerdo siempre se vive y se revive a la luz del tiempo presente.

ESTO ES MI VIDA

Mi nombre es David. Y tengo una vida como cualquier otra persona. Como cualquier otra persona que ha sido padre de cuatro hijos y que lleva haciendo malabarismos en la crianza desde hace 16 años.

Dicen que los hijos te dan lo mejor de la vida y también dicen que te la quitan. Yo soy de los del primer bando. Sin ellos, mi vida no sería la misma y, aunque durante todo este tiempo, ha sido tambaleada muchas veces, ellos me han hecho renacer otras tantas.

Diario de un viaje es la crónica de este periplo, un camino vital que empieza en el momento que decidimos formar una familia. Un camino en el que, desde que los hijos llegaron, la vida en pareja ha sido completamente arrasada y borrada del mapa como si hubiera caído un meteorito sobre un territorio invadido y recolonizado por ellos.

En ese contexto, de intensidad constante e increscendo, la crianza, con la pandemia de por medio, ha sido en ocasiones un terremoto, donde las fricciones entre hermanos y entre nosotros nos han puesto al borde del abismo en varias ocasiones.

Estas sacudidas emocionales, a la vez que nos empujaban hacia el precipicio, nos han hecho encontrar el modo de trascenderlas y de encontrar la armonía y la paz que necesitamos para seguir siendo una familia. Al final, no se trataba de cambiar las cosas, sino de cambiarnos a nosotros mismos, mirando la necesidad del otro como un igual, ya sea tu pareja o un hijo.

Y ahí, surgió la naturaleza, la tierra como alivio, como válvula de escape donde poder aflojar las tensiones internas y encontrar el silencio necesario para que todo repose. Y en esa calma es cuando veo como cada uno de mis hijos va tomando parte en esta vida, siguiendo su propio camino. Es entonces, cuando vibro por dentro. Algo renace de nuevo en mi y simplemente es maravilloso, solo con mirarlos.

DAVID DE FLORES

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