Cómo la fotografía puede transformar la educación

La fotografía: una herramienta creativa y pedagógica para las aulas

El otro día estuve en la clase de mi hijo de 6 años. Acaba de empezar primaria y la profesora nos citó a todas las madres y padres para hablarnos del inicio del curso. Nada más sentarme en la silla, me llegaron de golpe un montón de recuerdos de cuando era yo quien estaba en 1º de la EGB, de eso hace ya más de 40 años. Y la verdad que, salvo por la gran pizarra electrónica que había en la pared, parecía que poco habían cambiado las aulas en todo este tiempo.

El aula en esencia era la misma y a la vista del programa educativo, los contenidos también. Y aunque la educación avanza lentamente hacia una pedagogía mas integradora y creativa, supongo que no es fácil el camino.

Lo que me cuesta entender, es que todavía hoy, en la era de la completa dominación de la imagen como recurso comunicativo, exista una completa carencia de formación en materia audiovisual en los colegios.

Y no me refiero a que nuestros hijos tengan que aprender a como se hace una foto o un video propio de clases extraescolares de fotografía, que también, pero no es el caso.

Me refiero a dos temas que creo que son esenciales para la educación: UNO como educar y/o prevenir a los más pequeños ante la avalancha y el acceso de información que ofrecen las nuevas tecnologías y, DOS, a utilizar el gran potencial de una cámara de fotos como herramienta creativa y pedagógica en las aulas. El primer tema es algo que no puedo abordar en esta entrada, en la que me centraré en la cámara de fotos como medio creativo que puede transformar la educación.

La fotografia como herramienta pedagógica en las aulas
En un curso sobre fotografía para jóvenes © David de Flores

Los analfabetos del futuro

Hace ya casi 100 años, el artista y profesor de la Bauhaus, László Moholy-Nagy acuñó su famosa frase de que “los analfabetos del futuro serían los que no supieran leer ni crear imágenes”. Y aunque algo tarde, creo que ese momento ya ha llegado, porque, si bien hace unos cuantos años no todo el mundo disponía de una cámara de fotos, ahora y gracias a los móviles y redes sociales, todas hacemos y vemos un montón de fotografías diariamente. Y nuestros hijos no viven ajenos a este proceso.

Una ventana al conocimiento

Sin entrar en cuestiones prácticas y técnicas de lo que los niños pueden aprender con la fotografía, la cámara de fotos puede ser, entre un montón de cosas, una ventana desde la que mirar el mundo. Una ventana para observar lo que pasa a su alrededor. Una ventana para mirar con atención el medio que les rodea.

En definitiva, una ventana al conocimiento que ayudaría a los profesores en su educación, un medio que acompañaría a los niños a explorar el mundo que se abre ante ellos.

Es a partir de esa ventana, desde la que las niñas y niños, pueden fijar su mirada en los detalles que, sin la definición de una cámara, pasarían inadvertidos. Por poner unos ejemplos sencillos, pueden ver las partes de una flor sin necesidad de un microscopio. Pueden fotografiar los distintos verdes que tienen los árboles del patio. Pueden aprender a identificar formas y figuras y, por supuesto, pueden practicar, de una forma divertida y visual, matemáticas con la fotografía.

David con su hijo Tristán. © Silvia Marte

Una cámara de fotos para ser más responsables

Pero además, la cámara de fotos puede ayudar a que nuestros hijos sean más responsables, mas cuidadosos y más participativos en las actividades del aula.

Por ejemplo, imaginaos si, cada día, se nombrara a uno de los alumnos como fotógrafo o fotógrafa del día y ese niño o niña fuera la encargada de hacer las fotos en las actividades del día. Imaginar que luego al final del día, todos los alumnos pudieran ver todas las fotos en esa pizarra electrónica y, entre todos, eligieran las 10 mejores fotos del día o las más divertidas o las mas raras. Estas fotos, bajo la supervisión del profesorado, podrían formar parte del conjunto de imágenes que se envían a las mamás y papás como resumen de la actividad. Y al igual que un día nuestros peques aparecen en casa orgullosos con los dibujos que han hecho en el cole, un día podrían aparecer con las fotos que han hecho en el cole.

¿Os imagináis un día en un cole así?

Me aventuro a pensar que para la niña que le tocara ser fotógrafa en ese día, sería un día muy, pero que muy especial, además de ser una experiencia motivadora, creativa e integradora para los niños.

Una mirada especial llena de creatividad

Otra cuestión que la cámara puede ayudar a revelarnos es la singularidad de cada niño, porque todos tienen algo muy especial. En mis clases con pequeños y también en las de mayores, suelo poner un ejercicio muy simple, como que todos fotografíen la misma cosa, por ejemplo, una misma flor, un mismo árbol o un lugar determinado.

El resultado es habitual y revelador: no hay dos fotos iguales, porque aunque todos fotografíen el mismo elemento, cada uno lo hace con su propia forma de ver el mundo. Y es a partir de algo tan simple como fotografiar una flor, donde se manifiesta la creatividad y se observa la singularidad de cada uno de nosotros, lo que puede ser un indicio más que ayude al profesorado a dar cuenta de la particularidad de cada uno, punto de partida desde donde potenciar las habilidades y reforzar las carencias de cada niño y niña.

La fotografía, una herramienta para el autoconocimiento

Al fin y al cabo, la educación de los más pequeños consiste en otorgarles las herramientas y medios que faciliten su desarrollo en el mundo que tienen por descubrir, pero además, los niños tienen que aprender a conocerse y a saber quienes quieren ser en ese mundo.

Y en ese descubrimiento externo e interno, la cámara de fotos también puede ayudar a los niños a reconocerse. Delante de una cámara, los niños empiezan a construir su identidad y se muestran a los demás en un proceso que refuerza la confianza en uno mismo.

La cámara se convierte así en un espejo que les devuelve la mirada, un espejo en el que reflejarse y que complementa esa ventana de la que hablábamos antes, desde la que los niños podrían empezar a observar el mundo, a conocerlo y saber quienes quieren ser, de una forma activa, responsable y creativa.

Amor, humor y respeto


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