«Me casé a los 18 años y tuve 15 hijos, 4 de ellos murieron. En 1921, mi marido Lusetti fue atacado y volvió a ser golpeado en 1926. Nunca conocí la razón de ello, pero solo sé que esa fue la causa de su muerte en 1933, en la víspera de navidad, dejandome en la miseria junto con 8 hijos y 3 hijas.
Durante la guerra, mis hijos sirvieron en Italia, Francia, Grecia, Alemania, África e Inglaterra. Solo el más joven, con apenas 16 años, se quedó conmigo. En el 46, volvimos a estar todos juntos, después de catorce años de angustia. Soñaba con tener mi propia casa cerca de la iglesia, para poder ir a menudo.
Mi hijo Bruno, siempre decía que quería trabajar nuestra tierra con tractores y otras máquinas. Teníamos arrendadas 55 parcelas y compartíamos las ganancias con el propietario, el 43 % para nosotros y el resto para el. Incluido el trabajo de las mujeres, ganábamos unas 70 liras a la hora. Todo el mundo se quejaba de que era una trabajo humillante.
Mi hijo Remo, vio como golpeaban a su padre en la via Catania en Campagnola. Eran las 5 de la tarde, un coche se detuvo y de el salieron 5 o 6 personas.
Nino nunca entendió porque tuvieron que luchar en la guerra. El fue apresado en África junto con su hermano Valentino.
La primera vez que Afro entró en servicio, en el 43, se encontraba en el tren. Luego se escapó de casa. Guerrino estaba muy mal por las heridas que recibió en Alemania. Nando también estaba alli y a fin de sobrevivir incluso se comió una piel de conejo. Ahora, el vive a ocho kilómetros de aquí porque no hay espacio para todos en la granja.
En 1945, mis hijos me preguntaron si quería vengar la muerte de mi marido. Les dije que no.»
Fragmento de Un Paese. Fotografías de Paul Strand. Textos de Cesare Zavattini. Me he permitido la licencia de traducir el original. Salvando las distancias claro está…